Por Amaranta ONG

 Cuando enviamos nuestra postulación a Indela, lo estábamos haciendo desde la rabia y la pena (más que desde la metodología): en ese preciso momento, una de las nuestras atravesaba violencia digital de género en su grado más íntimo.

Lo peor es que no era la primera vez que ocurría algo así, pero nuevamente enfrentábamos los mismos obstáculos. Como si Chile no hubiera avanzado ni medio paso en el intertanto: la inexistencia de leyes, lo revictimizante de la denuncia ante la policía, jueces que se declaraban incapaces de llegar a una resolución, la hipervigilancia, el miedo a que le pase algo a la compañera, la lenta respuesta desde las plataformas digitales donde ocurría la violencia, y la impotencia de no poder hacer tanto como quisiéramos.

Hoy, podemos mirar hacia atrás para ver cuánto hemos avanzado (teniendo en cuenta de que aún queda camino por delante): junto a otras colectivas y organizaciones, fuimos convocadas por legisladoras como la diputada Maite Orsini para imaginar y crear la primera Ley de Violencia Digital de Chile. Esta Ley abordará integralmente distintas violencias que ocurren en Internet, como es el caso del ciberacoso, difusión no consentida de imágenes íntimas o el envío de imágenes sexuales no solicitadas, la difusión de datos sensibles con fines maliciosos (doxing), la suplantación de identidad, entre otros. Una Ley que lo abordará de una forma no punitivista, sino que enfocada en la educación y prevención.

Este Proyecto de Ley aún continúa en discusión, precisamente porque su enfoque era más educativo y porque nos negamos a que sea utilizado para la censura de comunicadores/as y activistas.

No fue la única instancia de incidencia: incluso, logramos que nuestras voces fueran escuchadas en el proceso que atravesaba Chile para escribir una nueva Constitución. Invitadas por el constituyente del Distrito 14, Francisco Caamaño, pudimos crear el artículo 89 que buscaba que el Estado garantizara espacios digitales libres de violencia, a través de educación para la prevención, leyes y políticas públicas. Era la primera vez que este derecho se reconocía a nivel constitucional en toda Latinoamérica, e incluso a nivel global.

El artículo 89 no funcionaba por sí solo. Para acabar y combatir la violencia de género en internet es necesario incorporar una educación sexual integral y no sexista de forma transversal, la propuesta de Constitución consagraba este derecho, así como la comprensión de que la violencia es multifactorial y se ampara en el machismo para seguir repitiéndonos día a día en todos los espacios que el cuerpo de mujeres y disidencias sigue siendo objeto de tabú, morbo y un espacio de conquista y apropiación patriarcal.

Con educación sexual integral y no sexista, gran parte del morbo que lleva a algunos sujetos a compartir fotografías íntimas de sus ex parejas no sostendría análisis. El autoestima de las adolescentes no dependería de la imagen o el bombardeo publicitario desmedido buscando “lo perfecto”.

Lamentablemente, este proceso democrático se vio duramente afectado por las noticias falsas, que hicieron mella en una población sin alfabetización digital ni educación sexual integral ni cívica. Esto, sumado a la amplia suma de dinero invertida por sectores conservadores en publicidad digital fomentando estas noticias falsas, sin ningún tipo de regulación     concluyó con la propuesta siendo rechazada, algo que ha acrecentado el clima de incertidumbre a nivel nacional y que sepulta un proceso que podría haber puesto énfasis en un estado de bienestar y de cuidados colectivos.

Eventos como este nos recuerdan por qué es tan importante seguir luchando por espacios digitales más democráticos, feministas, libres de violencia y accesibles. Como ONG Amaranta, mediante una estrategia integral que permee en la población de una manera más amplia. Hemos creado glosarios de violencia digital con los términos castellanizado para acercar la temática de forma más amigable, considerando que el aprendizaje del idioma inglés sigue siendo un privilegio en nuestro país y en Latinoamérica; hemos elaborado guías paso a paso para acompañar a las sobrevivientes de esta violencia en la documentación, denuncia, autocuidado y creación de redes; seguimos creando materiales que se entregan en las calles, ferias y marchas; y más importante aún, nos acercaremos cada vez más a trabajar en todos aquellos territorios que han quedado olvidados y apartados, ya sea por su geografía (islas, montañas, regiones extremas), como también por no ser una capital (como ocurre con pueblos y pequeñas ciudades al interior de las provincias).

Si bien, el rechazo a una nueva Constitución-que habría garantizado una serie de derechos sociales en tiempo récord-fue un duro revés, lo hemos convertido en el combustible para seguir luchando por una Internet segura para todes.